miércoles, 10 de diciembre de 2008

Proyecto Moises: El futuro de Venecia



Sí, ya lo sabes. Pero lo decímos por si acaso: en Venecia hay mucha agua. Tanta que desde hace años se ha convertido en un problema. Pero Moisés podría cambiar su futuro y salvarla de quedar debajo del Adriático. El Proyecto Moisés es un plan, al menor estilo de los que elaboran los supervillanos de las pelis de James Bond, que podría hacer retroceder las mareas que acosan la ciudad gracias unas compuertas gigantes de acero. ¿Podrá el gobierno italiano salvar a la emblemática ciudad gracias a Moisés? Esperemos que sí, pero por las dudas que vayan pensando en el Proyecto Noé. ¡Nunca se sabe!

El Gobierno italiano, en el año 2002, aprobó el proyecto MOSES (por Moisés en italiano, pero también por las siglas MOdulo Sperimentale Elettromeccanico), que tiene prevista la construcción de una serie de diques gigantescos en Venecia, con un objetivo que es paradójico: proteger a la ciudad de las Aguas. Es que Venecia sufre de periódicas inundaciones desde hace más de 1.000 años y gran parte de la ciudad se encuentra permanentemente inundada. Pero el agua avanza cada día más y es imperioso proteger su insustituible arquitectura, que peligra por las crecidas del mar que socavan sus ya frágiles cimientos.

La obra, tildada por algunos de “faraónica” (no digas que no es gracioso) y que está en construcción desde hace 5 años, prevé utilizar unos 3 mil cuatrocientos millones de euros en su construcción. Dinero, claro, que sale del bolsillo de los contribuyentes. Además, cada año, el mantenimiento de los diques se llevaría otros 11 o 12 millones. Por supuesto, la belleza de Venecia debe ser preservada, pero eso no impide que algunos ciudadanos, más preocupados por sus estómagos o por cambiar el coche, crean que es demasiado dinero.

Moisés es impulsado principalmente por el estado italiano

De hecho, en estos días la ciudad ha sufrido una de las peores inundaciones desde 1872. Pero “si Moisés hubiese estado operativo, Venecia no se hubiese inundado”. Al menos, eso es lo que dice Elena Zambardi, vocero del Consorzio Venezia Nuova, una empresa de ingeniería que, desde 2004, es la encargada de construir el titánico sistema de defensa.

El proyecto Moisés estará compuesto por 78 grandes compuertas con el interior hueco, basculantes, que serán alojadas en el fondo de las embocaduras de la laguna. Durante las mareas bajas las compuertas permanecerán llenas de agua por lo que, como ocurre en un submarino, su propio peso las mantendrá sumergidas permitiendo el libre transito por encima de las mismas. Pero ante el pronóstico de las “aguas altas”, denominación que reciben en la zona a las mareas, estas compuertas se llenaran con aire comprimido, desalojando el agua que albergaban en su interior y recuperando su flotación. En esa posición, harán las veces de un dique capaz de contener las aguas del Adriático durante el tiempo que dure la crisis, generalmente no más de cinco horas.

Esquema del funcionamiento de las compuertas del Sistema MOSE

El nivel de activación del sistema ha sido fijado para actuar con las mareas de más de 110 centímetros, y en la etapa de diseño los ingenieros consideraron varias alternativas constructivas para las compuertas. Una vez que estuvieron seguros de que el modelo “hueco-que-puede-llenarse-de-agua” era el mejor, construyeron una maqueta a escala que fue sometida a pruebas durante cuatro años. Esto les permitió evaluar el sistema a fondo, e incluso perfeccionarlo.

Moisés es impulsado principalmente por el estado italiano, y tiene como detractores a algunos grupos ecologistas, que dan cuenta del gran impacto ambiental que supone la construcción de semejante obra (sin aportar ideas que ayuden a salvar el patrimonio cultural de la ciudad). Incluso algunos ciudadanos, ya con más criterio, se atreven a dudar de su eficacia al decir que ya es obsoleto. Y podrían tener razón, porque lo que se esperaba iba a estar funcional en 2012, ahora tiene fecha de finalización para 2014. Así que en 4 años (y poco más) podremos comprobar si todo el esfuerzo puesto para poner en marcha a Moisés ha valido la pena. Si no, y como ya explicamos, el Proyecto Noé debería ser una alternativa viable, aunque (más allá del chiste) a todos nos pese perder una ciudad con tanta historia y cultura.

Fuente Neoteo


Música de videojuegos con bobinas Tesla


Para aquellos nuevos en la materia, una bobina de Tesla es un transformador resonante inventado por Nikola Tesla. Cada bobina opera a niveles altísimos de potencias, que se miden en muchos megavatios. Más allá de esto, lo que aquí nos importa es cómo pueden ser usadas para crear música. Música como la creada por Steve Ward y Jeff Larson, que nos deleitan con los inmortales temas de Super Mario Bros., Zelda y los Cazafantasmas.


Cada bobina tiene poco más de 2 metros de alto y no hay absolutamente ningún altavoz que tercie entre la música y el oído. Sí hay, como te imaginarás, un ordenador conectado a las bobinas, que les asigna (mediante una conexión de cable óptico) las "notas a tocar”.

Cada bobina tesla está conectada a un canal MIDI y a un soft que le asigna su parte en esta orquesta eléctrica. Los responsables de estas maravillas son Steve Ward y Jeff Larson, que se encargaron tanto de la construcción de las bobinas como del software detrás.

¿Cómo es que escuchamos electricidad? Las bobinas de Tesla son transformadores resonantes gracias a su fuga de inductancia. Como el voltaje de las bobinas es tan alto, esa resonancia (que re suena) se puede oir. Manipulando el voltaje, entre otros factores, los artistas fueron capaces de crear estas hermosas melodías. Sin dudas, esto le da todo un nuevo significado a eso de "música eléctrica".



Las bacterias podrían vivir en Marte



Al menos eso aseguran unos científicos daneses que han realizado una simulación en un laboratorio terrestre. Se han recreado las condiciones climáticas de Marte en un sistema artificial cerrado y han depositado dentro un puñado de arena, con sus correspondientes bacterias, para ver como se desarrollan los acontecimientos en su interior. Los resultados han sido espectaculares: ¡Viven!

Los canales de Marte inducen a pensar en agua y en vida

El planeta rojo ha ejercido siempre una enorme atracción sobre nosotros. Inspiración de las primeras historias de ciencia ficción, se nos aparece como un mito dentro del inconsciente colectivo. Las historias de marcianos llevan fascinándonos durante décadas y no han faltado las diferentes maneras de imaginar como sería la vida en Marte. El crecimiento y disminución anual de las capas de hielo y los cambios de color estacionales fueron observados por astrónomos como Herschel y Whewell en los siglos XVIII y XIX. A finales del siglo XIX, Schiaparelli informó de la existencia de unas características lineales que llamó canales, y esto llevó a la especulación a Lowell (entre otros) de que el Planeta Rojo podría albergar una civilización más avanzada que la nuestra.

En el año 1064 la nave Mariner IV nos mostraba un planeta frío, inhóspito, muerto. Las fotografías tomadas desde telescopios desde la Tierra confirmaban que se trataba de una tierra yerma, desolada y trufada de cráteres similares a los que podríamos encontrar en nuestro satélite. Sin embargo, estudios posteriores afirmaron que existe agua en Marte. Y esto ha disparado las esperanzas de que, a pesar de que la superficie permanezca prácticamente esterilizada, se conserve vida bacteriana bajo la arena.

MESCH (Cámara de Simulación Ambiental de Marte)

Desde 1058, se llevan realizando experimentos que se basan en este tipo de investigaciones. Ahora se han llevado a cabo una nueva serie de experimentos a través de un equipo de investigación interdisciplinario de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, que sugieren que, efectivamente, las bacterias podrían sobrevivir bajo el suelo marciano. El grupo ha diseñado una cámara de metal de donde ha sido extraído el aire y sustituido por una masa de gases similar a la de Marte. Además, la cámara tiene un doble muro enfriado con nitrógeno líquido que simula las frías temperaturas experimentadas en la noche marciana.

El modelo se llama Cámara de Simulación Ambiental de Marte (MESCH). Se colocaron muestras de terreno en cilindros de videos dentro de tubos de ensayo de acero de la cámara a través de una pequeña escotilla de aire, y rotaron en un carrusel; exponiendo una vez cada muestra a una luz rica en ultravioleta procedente de una lámpara de arco de xenón-mercurio. El ciclo de las muestras a través de los rayos de luz produjo una subida de temperatura que imita a las variaciones de temperatura diurnas en Marte. La atmósfera de la cámara es muestreada y sujeta a un análisis molecular de gas para determinar cómo el suelo (y cualquier forma de vida básica como una bacteria que pueda contener) interactúa con la atmósfera.

Han sobrevidido en la arena a 30 cms de profundidad

Aunque la exposición a 80 días en el entorno marciano del simulador esterilizó los dos centímetros superiores del núcleo de muestras simuladas, las bacterias quedaron relativamente ilesas en los 30 centímetros restantes de los tubos de muestras. Este resultado, presentado en un artículo el cual aparecerá pronto en la revista Astrobiology, sugiere que alguna forma de vida podría existir bajo la superficie marciana.

Clifford A. Cerbus es un físico investigador del Instituto de Investigación de la Universidad de Dayton, y ha trabajado durante 20 años en un sistema de simulación de entorno espacial en el Laboratorio de Investigación de Materiales y Consejo de Fabricación de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos en Dayton, Ohio. Este investigador mostraba un cierto escepticismo porque alegaba que la luz ultravioleta generada por la lámpara de xenón-mercurio usada en MESCH, es aproximadamente 35 veces más intensa que la del Sol en la superficie de Marte. Aunque esto permite acelerar el proceso de pruebas, en el cual varias horas en el simulador equivalen a varios días en Marte, Cerbus se pregunta si los resultados son representativos de lo que en realidad tiene lugar en la superficie marciana.

A este le sentó mal el exceso de ultravioletas del MESCH

Sí, es un problema”, confirma el Profesor Kai Finster, miembro del equipo de MESCH. “Planeamos reducir la intensidad mediante filtros a niveles más representativos de los de Marte. También estamos pensando en otras fuentes de luz que representen un espectro distinto y/o intensidad, tales como simuladores solares u otros tipos de lámparas UV. No obstante, en la primera ronda de experimentos estábamos interesados en ver si podían ver algún tipo de efecto”. Hasta el momento, el equipo de la Universidad de Aarhus sólo ha publicado resultados con muestras de arena, las cuales demostraron que el sistema produce variaciones de temperatura comparables a las de la superficie marciana. No obstante, Finster dice que se han llevado a cabo pruebas adicionales en muestras que contenían bacterias liofilizadas del permafrost Ártico.

En resumen, parece que se abre ante nosotros la posibilidad de convertirse en un hito histórico. Las bacterias finalmente sobrevivieron en las capas mas profundas del manto de arena a pesar de la intensa radiación ultravioleta a que fueron sometidas. Y si eso sucede en el simulador, ¿por qué no puede pasar lo mismo en Marte?. Y si las bacterias colonizan el planeta vecino ¿no es el primer paso para convertir aquello en una segunda Tierra?