Aunque sólo ocupa el 2% de la masa corporal, el cerebro humano demanda un 15% de toda la sangre que circula por nuestro cuerpo. Durante varias décadas las imágenes de resonancia magnética funcional se han empleado como técnica no invasiva para rastrear los aumentos del flujo sanguíneo en distintas zonas del cerebro, y descubrir así qué neuronas están activas durante el desarrollo de ciertas tareas. Ahora un nuevo estudio sugiere que esta tecnología también puede mostrar actividad en las zonas necesarias para lo que el cerebro cree que hará a continuación.
Aniruddha Das y Yevgeniy Sirotin, de la Universidad de Columbia en Nueva York, han utilizado este método “adivinatorio” para analizar el cerebro de los monos rhesus, según publica hoy la revista Nature. En concreto, los autores observaron cómo se incrementaba el flujo en la corteza visual del mono, incluso en situaciones de absoluta oscuridad, cuando los animales esperaban que comenzase una tarea visual. Esto indica que los incrementos en el flujo sanguíneo pueden ocurrir con antelación en las áreas del cerebro que podría ser necesario usar en el futuro próximo, porque se prevé un consumo inminente de energía. Aunque a veces, inevitablemente, el cerebro también se equivoca.
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