Los resultados mostraron que los protagonistas de las novelas son normalmente sujetos con un comportamiento cooperativo, que despiertan respuestas emocionales positivas en quienes las leen. Por el contrario, la dominancia social y el ansia de poder se identifican mayoritariamente como características negativas y censurables de los antagonistas, algo que tiene especial sentido según las ideas de Charles Darwin, quien sostenía que los humanos tendemos a rechazar a aquellos que intentan resolver las cosas solos en lugar de dejar actuar al grupo. “Las novelas permiten a sus lectores sumergirse en una dinámica social igualitaria similar a la de los grupos humanos prehistóricos de cazadores-recolectores”, concluyen Gottschall y Carroll, que se autodefinen como “darwinistas literarios”. Por lo tanto la buena literatura, aseguran, favorece comportamientos sociales que cumplen una función adaptativa y nos incita “a combatir impulsos básicos y trabajar de forma cooperativa”. |
viernes, 23 de enero de 2009
La literatura nos hace evolucionar
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