viernes, 23 de enero de 2009

Yes, we can

¡A la carga! Durante un partido de rugby, cada jugador soporta cargas violentas sobre los hombros, pecho y espalda equivalentes a 100 kilos. Gracias a la presión de la musculatura, nuestros huesos soportan










¿Qué ocurre en los músculos de un jugador de rugby durante un partido? ¿Y en la vista de un policía en una persecución? Las nuevas tecnologías de imágenes en 3D nos permiten ver cómo se comporta nuestro cuerpo en situaciones límite


Un tornado con vientos de 240 km/h en Missouri arrastra a un hombre a 400 metros de distancia de su casa y lo deja caer violentamente contra el suelo. Tras este largo viaje, solo le quedan magulladuras y un ligero golpe en la cabeza. Los expertos aseguran que este milagro se debe a que sus huesos protegieron sus órganos internos y absorbieron el golpe de forma totalmente uniforme gracias a que, al estar inconsciente, sus músculos estaban totalmente relajados. Y es que nuestros huesos son el material más resistente y flexible que existe en la naturaleza. Pueden ser tan duros como el hormigón, y tienen la capacidad de resistir la torsión y el peso de manera asombrosa.
Así comienza El cuerpo humano al límite, la serie documental producida por Discovery Channel a la que corresponden las impactantes imágenes que ilustran este reportaje. Las últimas técnicas en 3D nos permiten viajar a lo más profundo de nuestro cuerpo y ver, al detalle, desde cómo se produce una rotura de ligamentos hasta cómo se comporta el cuerpo de un nadador tras cinco horas de travesía y el de un piloto de helicóptero de rescate en una situación de peligro. Decenas de casos reales en los que se ha puesto a prueba el engranaje que hace funcionar nuestra maquinaria interna, y que demuestran que su poder es mayor del que creemos.

Más allá del límite
¿Qué hace que un senderista con roturas de cadera y rodilla consiga llegar a un lugar habitado tras dos días arrastrándose por el bosque? En estas situaciones, nuestro cuerpo reacciona dan­do prioridad a la supervivencia, por lo que, en este caso, el protagonista asegura no ser consciente del dolor hasta que ve a sus rescatadores y se relaja. Nuestro cerebro actúa como un interruptor que baja la intensidad del dolor, como haríamos con el volumen de la radio, gracias a la liberación de la hormona endorfina. Otras veces, sin embargo, el cerebro ordena a todo el cuerpo ponerse alerta. Como en el caso de un escalador que cayó desde una altura de 10 metros con una roca de 540 kilogramos sobre él. Podría haber muerto aplastado al llegar al suelo, pero aunque en circunstancias normales los músculos no utilizan más que un tercio de sus fibras musculares en cada movimiento, en este caso las de los brazos, hombros y pecho se pusieron en funcionamiento todas a una para zafarse de morir lapidado. Tú también puedes.

Demostración de que podemos

En una situación de peligro liberamos adrenalina. Esta hormona agudiza los sentidos y hace que tu maquinaria funcione al máximo. En una situación de peligro liberamos adrenalina. Esta hormona agudiza los sentidos y hace que tu maquinaria funcione al máximo


No hay dolor

Cuando ­los sensores del dolor se activan, la corriente eléctrica que viaja al cerebro puede ser bloqueada por la liberación de endorfinas. Los monjes shaolines lo hacen conscientemente.

Reserva de emergencia.

En circunstancias normales, almacenamos cantidades extra de ATP, la fuente principal de energía que provoca las contracciones en nuestros músculos. Cuando se produce una situación de emergencia, esta se libera como si fuera un turbo que permite a personas sin entrenamiento empujar una roca de 500 kilos antes de morir aplastados, o huir de una casa en llamas a una velocidad de récord mundial.

Piruetas increíbles.

Tras un movimiento de parkour, un deporte extremo en el que se saltan obstáculos con el cuerpo como instrumento, las rodillas soportan diez veces nuestro peso. La fortaleza de los ligamentos y la acción del cartílago de esta articulación evitan una posible lesión.

Cerrar la puerta.

El tejido muscular tira de los 206 huesos de nuestro cuerpo a modo de palanca. Solo los de los brazos y manos son capaces de vencer la resistencia de un viento huracanado a más de 50 km/h.

El hombre menguante

Si viéramos a un maratoniano por dentro mientras corre, observaríamos cómo a las dos horas de realizar un ejercicio intenso, el cerebro da la orden de consumir energía de las reservas de grasa corporal. Es como si el cuerpo se comiera a sí mismo.

El músculo bomba.

Un corazón entrenado es capaz de bombear 35 litros de sangre en el tiempo en que el resto bombeamos 5. Esto da un aporte ­­de oxígeno extra tal que permite, por ejemplo, nadar durante siete horas sin fatigarse.


La vista

En una persecución a 160 km/h, nuestros ojos son capaces de distinguir entre 10 millones de colores, cambiar el enfoque en milisegundos, detectar cualquier objeto en movimiento en 180 grados y enviar esta información al cerebro a 300 kh.

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