Esta es la cápsula Foton-M3 momentos después de tocar tierra firme hace exactamente un año, en septiembre de 2007. Se trata de un meteorito artificial europeo lanzado al espacio para responder a una pregunta: ¿podría la vida haber llegado a nuestro planeta procedente de un meteorito marciano (panspermia) o quizás el impacto y el calor extremo generado al atravesar la atmósfera habrían acabado con cualquier posibilidad de sobrevivir?
Los resultados apuntan hacia la segunda opción. En Foton-M3 se adhirieron dos muestras de roca sedimentaria terrestre y una muestra de basalto. Cuando el meteorito reentró en la atmósfera, tanto la muestra de arena volcánica de 3.500 millones de años de antigüedad que contenía microfósiles carbonosos, como la muestra de 370 millones de arcilla esquistosa procedente de las Islas Orcadas con biomarcadores químicos, sobrevivieron. Pero el basalto desapareció. Además, los organismos vivos que transportaba la roca a dos centímetros de profundidad, en concreto un tipo de bacteria denominado Chroococcidiopsis, resultaron carbonizados.
La parte positiva es que el experimento demuestra que si hay restos de vida pasada en Marte en los meteoritos procedentes del planeta rojo, deberíamos poder encontrar sus “células” muertas.
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